Disfemia: causas, evolución y tratamiento - Fisio-Acción.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Disfemia: causas, evolución y tratamiento


Los sujetos que padecen disfemia repiten frecuentemente palabras o frases y dudan al expresarse. La herencia genética, el sexo de nacimiento o las experiencias traumáticas son algunas de la causas que la originan.


La CIE-10 (Clasificación Internacional de los Trastornos Mentales y del Comportamiento-O.M.S.) define la disfemia como “el trastorno del habla caracterizado por la frecuente repetición o prolongación de los sonidos, sílabas o palabras, o por frecuentes dudas o pausas que interrumpen el flujo rítmico del habla". Algunos autores consideran que disfemia y tartamudez son lo mismo, mientras que otros expertos diferencian entre ambos trastornos del habla. Entre las causas más comunes de disfemia figuran las siguientes:
Genéticas: en gemelos monocigóticos (que se originan a partir de un único óvulo y espermatozoide), si uno de los hermanos padece disfemia, el otro tiene un 77% de probabilidades de desarrollarla. Entre los dicigóticos (individuos gestados a partir de dos óvulos y espermatozoides distintos), la probabilidad es del 32%. De padres a hijos, las probabilidades se sitúan entre el 30% y el 40%.
Sexo: es más frecuente en hombres (75%) que en mujeres (25%).
Psicolingüísticas: problemas de articulación derivados de un déficit en el pensamiento linguoespecular (asociación de significado y palabra escrita) frente a un rápido procesamiento sensoactorial (asociación de significado e imagen).
Traumáticas: la disfemia también puede estar provocada por estados de tensión prolongados.
Según los errores más comunes del habla, la disfemia se puede clasificar en clónica (repetición compulsiva de sílabas o palabras), tónica (paralización o espasmos que causan interrupciones o habla entrecortada) y tonoclónica o mixta (combinación de las dos anteriores con predominancia de una sobre otra).
Evolución
En Disfemia o tartamudez [REV NEUROL 2005; 41 (Supl. 1):S43-S46], J. Sangorrín-García afirma que la disfemia suele aparecer en la infancia, habitualmente entre los dos y cuatro años, coincidiendo con el lenguaje conectado, cuando el niño comienza a combinar varias palabras formando las primeras frases. La disfemia inicial podría aparecer en torno a los tres años, asociada a la dificultad de articular el lenguaje propia de esta edad. La episódica se origina a partir de los cinco años y en ella son característicos los episodios de tartamudeo que alteran la fluidez verbal. Transcurridos los primeros diez años tras la aparición de los primeros episodios, se considera que el sujeto ya padece disfemia o tartamudez. Algunos de los síntomas más comunes son los siguientes:
Manifestaciones lingüísticas: uso de “muletillas” verbales, lenguaje redundante, frases incompletas, discurso incoherente y descoordinación entre el pensamiento y el lenguaje.
Manifestaciones conductuales: mutismo e inhibición temporales, ansiedad a la hora de comunicarse y logofobia o miedo a las palabras.
Manifestaciones corporales: tics, espasmos e hipertensión y respuestas psicogalvánicas (sudoración, palidez, etc.).
Tratamiento
J. Sangorrín-García establece que en el tratamiento y prevención de la disfemia se de deben aplicar técnicas de la logoterapia combinadas con la psicoterapia, entre las que figuran las siguientes:
Enseñanza de la mecánica del habla;
Observación de la conducta al hablar;
Corrección de la tartamudez;
Relajación muscular y control vocal;
Fluidez.

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