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miércoles, 27 de septiembre de 2017

Los niños que están aprendiendo a hablar a menudo tartamudean o balbucean de forma notoria, sin embargo, estos rasgos no tardan en desaparecer por sí solos. De lo contrario, pueden ser la señal de que existe un trastorno del habla y/o del lenguaje que requiere un tratamiento adecuado.


Los trastornos del habla afectan a la fluidez verbal y a la articulación de sonidos, es decir, la pronunciación, lo que en cierta medida es normal hasta los cinco años de edad. En los trastornos del lenguaje, por el contrario, la evolución y la comprensión del lenguaje no se desarrollan de acuerdo con la edad. La disfemia (tartamudez) es un trastorno del habla, mientras que la taquifemia y la dislalia son trastornos combinados del habla y del lenguaje:

La disfemia (tartamudez) afecta a la fluidez verbal y se distingue por la discontinuidad en el habla característica del tartamudeo.
En la taquifemia aumenta la velocidad del habla y la persona afectada comete muchos errores.
En la dislalia aparecen fallos en la articulación de sonidos que no resultan normales para la etapa de desarrollo .
Pueden surgir trastornos del habla y del lenguaje cuando los niños no llevan a cabo un desarrollo lingüístico normal. No siempre es fácil determinar las causas. En general pueden desempeñar un papel importante en la aparición de trastornos del lenguaje los factores hereditarios y físicos y la influencia psicosocial. Sin embargo, la disfemia (tartamudez), la taquifemia y la dislalia también pueden estar condicionadas por otros factores (como el bilingüismo, problemas auditivos o retrasos mentales), por lo que es recomendable un diagnóstico que encuentre las causas.

Si continúa la sospecha de que las anomalías del habla y del lenguaje van a persistir, es importante realizar un diagnóstico exacto lo antes posible para poder iniciar el tratamiento adecuado contra la disfemia (tartamudez), la taquifemia o la dislalia.

Para evitar la disfemia (tartamudez), la taquifemia o la dislalia en niños, es recomendable ejercitar el lenguaje y la comprensión, por ejemplo, hablando mucho o cantando canciones. Si persiste la disfemia, la taquifemia o la dislalia en niños pequeños, siempre es aconsejable buscar ayuda profesional cuanto antes, pues sólo así se puede asegurar el mejor desarrollo del niño.



La disfemia (tartamudez), la taquifemia y la dislalia son distintos tipos de trastornos del habla y/o del lenguaje:

La disfemia (tartamudez), por definición, se caracteriza por una discontinuidad en la fluidez verbal y/o las repeticiones rápidas de sonidos, sílabas o palabras, causadas por la tensión en los músculos que intervienen en el proceso del habla.
La taquifemia es una alteración de la fluidez verbal que provoca que el ritmo del discurso se vuelva acelerado e irregular, entorpeciendo la comprensibilidad. Este trastorno no radica en el proceso del habla en sí, sino en la disposición mental previa.
La dislalia consiste en alteraciones en la articulación de los sonidos.
Desarrollo lingüístico

Cuando un niño está aprendiendo a hablar, la disfemia (tartamudez), la taquifemia o la dislalia pueden ser compatibles con un desarrollo lingüístico normal y, aunque a menudo resultan llamativas, no tardan en desaparecer por sí solas. No obstante, en algunos casos surgen anomalías en el desarrollo lingüístico que, en los niños, pueden desencadenar trastornos del habla y del lenguaje. Estos casos requieren un tratamiento apropiado.

El desarrollo lingüístico perceptible de los niños comienza entre los tres y los 5 meses de vida, con la articulación de las primeras vocales y sonidos de exhalaciones y gritos. A partir de entonces los niños utilizan cada vez más consonantes. A los seis meses comienzan a imitar el lenguaje, y pasa mucho tiempo hasta que la comprensión del lenguaje (lenguaje receptivo) evoluciona hasta la exteriorización del lenguaje (lenguaje expresivo). Entre los 12 y los 18 meses, los niños pronuncian sus primeras palabras y a la edad de dos años lo más común es que formulen frases de dos palabras. Desde el jardín de infancia ya pueden comunicarse con oraciones completas y gramaticalmente correctas, incluso aunque sigan teniendo dificultades para pronunciar correctamente.

El lenguaje es el medio de comunicación con nuestro entorno más importante. El lenguaje “normal” se produce mediante una extraordinaria interacción de músculos, huesos, tejido conectivo, posición dental y forma de las cuerdas vocales. El cerebro dirige el proceso del habla, durante el cual los elementos anteriores están totalmente vinculados a nuestras sensaciones. A pesar de todo esto, el habla resulta muy sencilla para una persona sana: se produce prácticamente por sí sola. Por supuesto, en un sistema tan complejo existen muchas alteraciones, discapacidades y factores que nos pueden “dejar sin habla”. Para reconocer y tratar posibles trastornos del habla y del lenguaje en niños, como la disfemia, la taquifemia y la dislalia, es importante en cualquier caso que trabajen conjuntamente profesionales de distintas especialidades: pediatras, psiquiatras infantiles, otorrinolaringólogos, neurólogos y logopedas.

Aunque en cierta medida algunas alteraciones del habla pueden ser normales hasta los cinco años de edad, de un 8 a 10% de los niños pueden presentar alguna alteración en el desarrollo lingüístico normal pudiendo producirse distintos tipos de trastornos del habla y del lenguaje, entre los que se encuentran la disfemia (tartamudez), la taquifemia y la dislalia:

Para hablar correctamente es necesaria la coordinación de áreas motoras y sensoriales del cerebro, vinculadas con el aparato fonador, la voz y con el lenguaje. Los trastornos del habla pueden ser secundarios a problemas relacionados con la articulación de los sonidos o con la alteración en la fluidez verbal. Entre los primeros están las dislalias (alteraciones en la articulación de los sonidos), el retardo del habla o las disartrias (trastornos en la pronunciación); entre los segundos se encuentra la disfemia o trastorno en la fluidez verbal y el ritmo.
Cuando se da un trastorno del lenguaje, la evolución y comprensión del mismo no se desarrolla de acuerdo con la edad. También algunas enfermedades físicas, especialmente del sistema nervioso, pueden retrasar el desarrollo lingüístico normal o disminuir una capacidad lingüística ya aprendida. Por tanto, los trastornos del lenguaje pueden también formar parte de un cuadro clínico complejo y poco frecuente.
La disfemia es un trastorno del habla que afecta a la fluidez oral y al ritmo. La disfemia afecta aproximadamente al 5% de los niños de cinco años y al 2% de las niñas de la misma edad. La tartamudez (espasmogenia) es el principal síntoma de la disfemia (por lo que a menudo se usan como sinónimos); la discontinuidad verbal característica de la disfemia suele acompañarse de miedo a hablar y movimientos involuntarios que la convierten en un trastorno del habla y de la comunicación social.

La taquifemia causa una aceleración del habla; el niño habla de una forma precipitada y excesivamente rápida, omitiendo sonidos y sílabas (“se come las palabras”) y produciendo muchos errores. Se dan casos de taquifemia entre el 1% y el 1,5% de los niños de 7 años.

La dislalia consiste en la producción de errores en la articulación de sonidos que no resultan normales para la fase de desarrollo. Cerca del 7% de los niños de cinco años y del 2% de las niñas de la misma edad padecen una dislalia notoria.


No siempre es fácil determinar las causas de los trastornos del habla y trastornos del lenguaje como la disfemia(tartamudez), la taquifemia y la dislalia, dada la propia complejidad del lenguaje y del habla.
En la aparición de trastornos del lenguaje suelen entrar en juego factores hereditarios, físicos y psicosociales. No obstante, en los casos de disfemia (tartamudez), taquifemiadislalia, es recomendable descartar factores sociales y culturales (por ejemplo, el bilingüismo), discapacidades motrices o cognitivas (problemas auditivos), así como un posible retraso mental del afectado, a través de un diagnóstico con el que se detecten las causas.

Disfemia

En ocasiones, entre los 3-4 años, aparece una disfemiafisiológica y evolutiva” que, si se agrava y afianza, se convierte en disfemia propiamente dicha (cuando el niño es consciente de que le ocurre, hacia los 9-10 años).
La disfemia (tartamudez) tiene muchas y diversas causas, entre las que podemos citar:
  • Causas psicológicas: en gran medida, las circunstancias durante los primeros años de vida y durante el desarrollo lingüístico son determinantes para la disfemia. En casi un 70% de los casos de disfemia se puede confirmar la existencia de factores psicógenos (ansiedad, depresión, miedos, inestabilidad emocional, sentimientos de inferioridad, etc) y sólo en un 20% se pueden descartar con seguridad.
  • Causas neurológicas: gran parte de los niños que padecen disfemia (tartamudez) presenta rasgos orgánicos particulares en el cerebro. Además, un 20% de los niños con daños cerebrales padece disfemia.
  • Causas hereditarias: aunque el factor hereditario no es tan determinante para la disfemia como se creía en el pasado, en un 8% de los casos sí se puede demostrar la existencia de un componente hereditario.
  • Sexo: la disfemia se presenta en relación 4/1 más en niños que en niñas.

Taquifemia

Las causas de la taquifemia no se pueden explicar de forma generalizada.
Puesto que en algunas familias se producen numerosos casos de taquifemia, parece que el factor hereditario desempeña un papel importante.

Dislalia

La dislalia “evolutiva o fisiológica” es un rasgo normal del desarrollo lingüístico del niño hasta cerca de los cuatro años de edad (el niño no articula bien o distorsiona algunos sonidos). Si persiste después de esa edad, en el 10% de los casos entran en juego factores hereditarios. Sin embargo, un habla descuidada, una estimulación insuficiente, los problemas en los labios, la lengua, los dienteso el aparato auditivo también pueden ser los causantes de una dislalia permanente. En ocasiones también puede estar causada por una disfunción más profunda del cerebro, en cuyo caso la dislalia es sólo un síntoma entre otros muchos.



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